La miel y la almendra son los dos elementos esenciales que componen el turrón que se elabora en Jijona, bajo el sello de Indicación Geográfica Protegida, que otorga el Consejo Regulador.
Los primeros turroneros eran agricultores que cultivaban almendros y recolectaban miel pero que en invierno transformaban las materias primas que producían en un alimento diferente que podían vender en las ferias comerciales de la época. Sin embargo, para que el turrón pase de ser una simple mezcla de azúcar, almendra y miel deben seguirse unos rigurosos y ancestrales procesos de elaboración y calidad.
Existen unas 300 subvariedades de almendra que se agrupan en tres categorías: las de tipo Marcona, las de tipo comuna y las mollares, cuya cáscara es más blanda. Aunque en realidad no hay diferencias en la composición analítica de todas estas almendras, en Turrón Picó la que más nos gusta es la almendra Marcona, que proviene de los almendros autóctonos más antiguos.
Respecto a la miel, también existen cerca de 320 variedades. Aunque las de romero, tomillo, espliego y azahar son las típicas de la zona mediterránea, en Picó utilizamos una cuidada selección de miel ‘milflores’ para la producción de nuestros turrones, con el objetivo de sumar sabor y propiedades procedentes de los diferentes orígenes vegetales.
Por tanto, las propiedades nutricionales del turrón son fruto de la suma de los beneficios de sus ingredientes principales: la almendra, fuente de proteínas, calcio, vitaminas, hidratos de carbono y ácidos grasos esenciales; y la miel, que contiene vitaminas, minerales, ácidos grasos y flavonoides, ente otras cualidades.